¡Hola, aprendiz del inglés! Hoy vamos a hablar de algo que puede que te sorprenda: aprender inglés con un profesor no nativo. Sí, sí, has leído bien. Aunque mucha gente piensa que solo los profesores nativos pueden enseñar bien este idioma, la verdad es que los profes no nativos tienen superpoderes que pueden transformar tu aprendizaje. Coge un café (o un té, si ya estás practicando el estilo británico) y vamos a descubrir por qué esta opción es más ventajosa de lo que creías.
Ellos también estuvieron donde tú estás ahora
Una de las mayores ventajas de tener un profesor no nativo es que ellos han estado exactamente donde tú estás. Saben lo que es sudar la gota gorda intentando entender los phrasal verbs o recordar si es «at«, «in» o «on«. Han pasado por la lucha de aprender la gramática inglesa, lidiar con la pronunciación y sobrevivir al uso diario del idioma. Y eso significa que tienen una comprensión profunda de tus retos y, lo más importante, saben cómo ayudarte a superarlos.
Explicaciones claras y adaptadas a tu idioma
¿Cuántas veces has escuchado a un profesor nativo decir: «¡Oh, esto simplemente se dice así!»? Aunque suene exótico, esto puede ser frustrante cuando necesitas entender por qué algo se dice de una manera determinada. Aquí es donde los profes no nativos brillan: no solo saben cómo funciona el inglés, sino que también pueden compararlo con tu idioma. Te explicarán las reglas, las excepciones y las trampas de manera que tengan sentido para ti.
Son modelos a seguir
Aprender inglés con un profesor no nativo también es inspirador. Ellos son prueba viviente de que es posible alcanzar un nivel impresionante en el idioma. Si ellos lo han logrado, tú también puedes hacerlo. Y, además, muchos profesores no nativos tienen una pronunciación clara y neutral, lo que facilita aún más tu comprensión y aprendizaje.
Conocen las estrategias de aprendizaje que funcionan
Como han aprendido inglés desde cero, los profesores no nativos han experimentado un sinfín de métodos y estrategias. Saben cuáles funcionan mejor y cuáles son una pérdida de tiempo. Esto les permite personalizar las clases según tus necesidades, para que puedas avanzar rápido y sin frustraciones innecesarias.
Empatía a otro nivel
La empatía es clave en cualquier proceso de aprendizaje, y aquí los profes no nativos también llevan la delantera. Ellos entienden tus bloqueos, frustraciones y nervios porque han pasado por lo mismo. Sabemos que aprender un idioma puede ser intimidante, pero tener un profesor que comprende tus miedos y te apoya en cada paso hace toda la diferencia.
¿El acento? No te preocupes tanto
Una de las mayores dudas que tienen los estudiantes es si aprender con un profesor no nativo afectará su acento. La realidad es que tu acento no depende exclusivamente de tu profesor, sino de la exposición que tengas al idioma. Hoy en día, con películas, series, pódcasts y redes sociales, puedes rodearte de inglés auténtico sin problema. Además, un profesor no nativo puede enseñarte a hablar de forma clara y comprensible, que es mucho más importante que sonar como alguien nacido en Londres o Nueva York.
Multiculturalidad y diversidad
Muchos profesores no nativos traen consigo una riqueza cultural que enriquece las clases. Al haber aprendido inglés como segunda lengua, suelen tener una visión multicultural que va más allá del idioma. Esto no solo hace las clases más interesantes, sino que también te prepara para usar el inglés en un contexto global.
Pueden ser más accesibles
Por lo general, las clases con un profesor no nativo suelen ser más asequibles que con un nativo. Esto no significa que la calidad sea inferior, sino que estás obteniendo una excelente relación calidad-precio. ¡Más razón para darles una oportunidad!
Cuando se habla de aprender inglés, muchas veces la palabra «profesor nativo» se dice con un halo casi mágico, como si se tratara de la varita de Harry Potter que resuelve todos los problemas lingüísticos. Pero, aunque los nativos tienen su encanto, hay que desmitificar la idea de que son la élite indiscutible de la enseñanza del idioma. De hecho, la realidad es que los profesores nativos también tienen sus carencias, y no son pocas.
A continuación exponemos las razones por las que elegir un profesor nativo no siempre es lo mejor:
Saben hablar inglés, pero… ¿saben enseñarlo?
Hablar un idioma no es lo mismo que enseñarlo, y aquí radica uno de los problemas principales. Muchos profesores nativos no tienen una formación pedagógica adecuada. Claro, saben cómo usar el «present perfect» a la perfección, pero ¿te pueden explicar el cómo y el por qué? Spoiler: no siempre.
El conocimiento de su lengua es muchas veces intuitivo. Han crecido con el idioma y lo usan a diario, pero cuando llega el momento de diseccionar las estructuras gramaticales o explicarte por qué «to» se usa aquí y no allá, puede que te suelten un «it just sounds right» («simplemente suena bien») y te dejen con cara de interrogación.
«Inmersión» no significa milagro
Es cierto que aprender con un nativo puede ser una experiencia inmersiva. Pero cuidado: una inmersión sin contexto o adaptación puede convertirse en naufragio. Muchos nativos tienden a usar un lenguaje coloquial o regional que no es útil para estudiantes que necesitan, por ejemplo, preparar una entrevista de trabajo o aprobar un examen de Cambridge.
El acento también puede jugar en su contra. Por ejemplo, si un nativo australiano se empeña en enseñarte inglés con su rápido acento «Aussie«, probablemente terminarás aprendiendo expresiones que nadie en Londres o Nueva York entenderá. ¡El mundo del inglés es demasiado grande para limitarse a una región!
Paciencia, esa rara virtud
Los nativos muchas veces no son conscientes de las dificultades que enfrentan los estudiantes que aprenden inglés como segunda lengua. Como ellos nunca han pasado por el proceso de aprender su propio idioma, puede faltarles empatía o paciencia cuando tropiezas con la pronunciación de «squirrel» (esa palabra es un infierno, admitámoslo).
Algunos incluso pueden frustrarse porque «no entiendes algo tan básico» o porque no captas un chiste cultural que ellos encuentran evidente. ¡La paciencia es clave en el aprendizaje de idiomas, y no todos los nativos la tienen!
No siempre conocen las reglas gramaticales
Una cosa es saber qué es correcto y otra muy distinta es saber explicarlo. Muchos nativos desconocen las reglas gramaticales porque nunca han tenido que estudiarlas formalmente. Por ejemplo, puede que no sepan cómo explicarte el uso de «will» frente a «going to» más allá de «así es como lo decimos».
En cambio, un profesor no nativo que ha pasado por el proceso de aprendizaje y certificación probablemente tenga más herramientas técnicas y trucos mnemotécnicos para ayudarte a entender la gramática de forma clara y eficaz.
Falta de comprensión cultural
Sí, los nativos entienden perfectamente la cultura de su propio país. Pero, ¿entienden la tuya? ¿Saben cómo adaptar su enseñanza a las necesidades específicas de un estudiante hispanohablante o de alguien que viene de una cultura completamente distinta? Muchas veces no.
Un profesor no nativo probablemente sea más consciente de los errores comunes que suelen cometer los estudiantes de tu región y pueda prevenirlos desde el principio. ¡Eso es un plus que no siempre encuentras en un nativo!
Pueden ser demasiado «puristas»
Algunos nativos insisten en enseñarte un inglés perfecto y «de libro» que ni ellos mismos usan. Por ejemplo, es posible que nunca te enseñen que en conversaciones informales, las contracciones como «gonna» o «wanna» son perfectamente aceptables. Pero, al mismo tiempo, pueden menospreciar formas no estándar que son igualmente correctas en determinados contextos.
Esa «obsesión» por su propia versión del idioma puede limitar tu aprendizaje y hacerte sentir que nunca llegas a su nivel, cuando en realidad hay muchas maneras de hablar inglés y todas son válidas dependiendo del contexto.
¿Y qué pasa con el aprendizaje bilingüe?
Los nativos no siempre saben cómo aprovechar el idioma materno del estudiante como herramienta de aprendizaje. Muchas veces, si algo no queda claro, en lugar de buscar equivalencias o paralelismos con tu lengua, simplemente lo repiten más lento y más alto (como si eso ayudara, ¿verdad?).
Un profesor no nativo que comparte tu idioma puede ofrecer explicaciones mucho más rápidas y claras usando referencias que entiendes de inmediato. Esto no solo acelera tu aprendizaje, sino que también reduce la frustración.
En resumen, tener un profesor nativo puede ser una experiencia enriquecedora, pero no te dejes llevar por el mito de que son la única opción para aprender inglés de forma eficaz. Como todo en la vida, depende de lo que necesites y de cómo se adapte su estilo a tus objetivos. Al final, un buen profesor no es necesariamente el que nació en Nueva York, Londres o Sydney, sino el que sabe guiarte, motivarte y explicarte todo de manera clara.
Cuando pensamos en aprender inglés, una de las primeras preguntas que nos viene a la mente es: ¿qué tipo de profesor debería elegir? ¿Un profesor nativo o no nativo? Es un debate clásico, casi tanto como «¿qué fue primero, el huevo o la gallina?». Pero tranquilos, no estamos aquí para resolver dilemas filosóficos, sino para ayudarte a tomar una decisión inteligente para tu aprendizaje. Y spoiler: los profesores no nativos tienen mucho más que ofrecer de lo que quizás imaginas.
Habiendo hablado ya de los características de los profesores nativos y no nativos, ahora vamos a ahondar en las diferencia entre ambos tipos de docentes. Antes de nada, es necesario señalar que, como ya se ha indicado anteriormente, la realidad es que los profesores no nativos han pasado por el mismo camino que tú estás recorriendo ahora. Ellos han aprendido inglés desde cero, han sudado con los phrasal verbs, han tenido pesadillas con el «present perfect» y han celebrado (quizás hasta con una fiesta) el día que entendieron de qué iba el «conditionals«. Esto les da una ventaja clave: saben exactamente cómo te sientes, porque ellos ya estuvieron en tus zapatos. Y no solo eso, también conocen las trampas comunes, los atajos y las técnicas que realmente funcionan para superarlas.
Un profesor no nativo entiende perfectamente por qué a los hispanohablantes nos cuesta tanto pronunciar la «th» sin parecer que nos estamos ahogando o por qué nos obsesionamos con traducir todo palabra por palabra. ¿Un profesor nativo? Aunque pueda ser excelente en su idioma, no siempre tiene ese nivel de empatía lingüística. Es como pedirle a alguien que ha crecido en la playa que te enseñe a nadar en aguas profundas. Claro que puede ayudarte, pero quizás no sepa qué hacer cuando entres en pánico por una medusa imaginaria.
Conocimiento gramatical: la teoría importa (y mucho)
Los profesores no nativos tienden a tener un conocimiento más profundo y sistemático de la gramática inglesa. Esto se debe a que, para dominar el idioma, tuvieron que estudiarlo como una segunda lengua, con todas sus reglas y excepciones. Mientras que un profesor nativo puede decirte que algo «suena bien» o «se dice así porque sí», un profesor no nativo puede explicarte el porqué. Es como si te dieran un mapa detallado en lugar de decirte que sigas tu intuición para encontrar el camino.
Por ejemplo, si preguntas a un profesor nativo por qué se usa el «present perfect» en lugar del «past simple«, es probable que te diga: «Simplemente es así». En cambio, un profesor no nativo no solo te dará la respuesta correcta, sino que también te explicará las diferencias culturales y de uso que hay detrás. Además, los profesores no nativos suelen estar al día con recursos pedagógicos, métodos de enseñanza y técnicas adaptadas específicamente a estudiantes de su misma lengua materna. Y sí, eso es una gran ventaja.
Acceso al bilingüe interior
Otra ventaja poco mencionada de los profesores no nativos es que son bilingües. ¿Por qué esto es importante? Porque pueden ayudarte a entender las diferencias y similitudes entre tu idioma y el inglés de una forma que un nativo simplemente no puede. Es como tener un diccionario viviente que también es tu entrenador personal de idiomas.
Un profesor no nativo puede decirte: «Oye, esa expresión en inglés es parecida a esta en español, pero cuidado con usarla de esta forma porque puede sonar rara». Esa habilidad para construir puentes entre dos idiomas y culturas es clave, especialmente si estás empezando o si te sientes perdido entre tanto vocabulario y reglas gramaticales.
Más allá del idioma: la conexión cultural
Los profesores no nativos también suelen tener una visión más amplia y equilibrada de las diferencias culturales. Han tenido que navegar entre su propia cultura y la anglosajona, lo que los convierte en guías excepcionales para ayudarte a entender no solo qué decir, sino cómo decirlo y en qué contexto. Porque, aceptémoslo, aprender un idioma no es solo memorizar palabras y reglas, sino también entender cómo interactuar de manera efectiva en diferentes situaciones.
Un profesor no nativo podría explicarte, por ejemplo, cómo funcionan las indirectas en inglés o por qué los británicos dicen «interesting» cuando en realidad quieren decir que algo les aburre profundamente. Estos pequeños detalles culturales son los que marcan la diferencia entre hablar un idioma de forma funcional y dominarlo con elegancia.
La elección está clara (y no tan clara)
Por supuesto, no queremos decir que todos los profesores nativos son malos o que los no nativos siempre son mejores. Al fin y al cabo, lo más importante es encontrar un profesor que sea un buen comunicador, que sepa adaptarse a tus necesidades y que te motive a seguir aprendiendo. Pero si estás buscando a alguien que entienda tus retos como estudiante, que te guíe paso a paso y que te explique todo con claridad y paciencia, un profesor no nativo podría ser justo lo que necesitas.
Así que, la próxima vez que alguien te diga que solo un profesor nativo puede enseñarte bien inglés, recuérdales que los mejores guías suelen ser aquellos que han recorrido el camino antes que tú. Y si ese profesor no nativo también tiene una buena playlist de música en inglés y un par de anécdotas divertidas sobre sus propios errores aprendiendo, ¡mejor que mejor!
Elegir a un buen profesor de idiomas puede ser tan complicado como encontrar el café perfecto: necesitas algo que te despierte, que no sea demasiado amargo y, sobre todo, que no te haga arrepentirte unas horas después. Por eso, hoy nos lanzamos de lleno a analizar las cualidades que TODO profesor de idiomas digno de ese título debería tener. Prepárate, porque esto no es un listado cualquiera; aquí vamos a desmenuzar lo que de verdad importa con un tono divertido pero, oye, muy en serio.
Paciencia infinita (o al menos que lo parezca)
Aprender un idioma no es cosa de un día, ni de dos… ni de tres. Y hay momentos en los que como estudiante te sientes un poco como un disco rayado repitiendo «Can you repeat that?» o intentando entender por qué los verbos irregulares tienen que ser tan, bueno, irregulares. Aquí es donde entra la paciencia, que es como el superpoder secreto de los buenos profes.
Un buen profesor de idiomas no se desespera cuando le preguntas por quinta vez la diferencia entre «since» y «for«. Te lo explicará de nuevo, pero no como un robot repitiendo la lección, sino buscando la manera de que lo entiendas de una vez por todas. Y si encima lo hace con una sonrisa en la cara, ya tienes oro puro.
Creatividad para aburrir (en el buen sentido)
Olvídate de los profes que sólo tiran de libros de texto y ejercicios mecánicos. Un buen profesor de idiomas es un poco inventor y otro poco animador de fiestas. Sabe que para que te quede grabado el «Present Perfect» tiene que metértelo por todos lados: canciones, juegos, películas, memes, conversaciones de la vida real… Lo que haga falta.
La creatividad no sólo mantiene tus clases interesantes, sino que también las hace memorables. Porque si el día de mañana recuerdas cómo usar «yet» porque tu profe hizo un concurso de karaoke con canciones de Adele, habrá valido la pena.
Habilidades de comunicación nivel Jedi
No se trata sólo de saber el idioma, sino de saber transmitirlo. Un profesor de idiomas tiene que ser como ese amigo que te cuenta las cosas de forma tan clara y entretenida que te quedas enganchado. Si un profesor puede explicarte la gramática sin que te entren ganas de llorar (o de abrir TikTok para desconectar), ¡apóyate en él porque es un diamante en bruto!
Además, un buen comunicador sabe adaptarse a ti. Si necesitas ejemplos prácticos, ahí los tienes. Si eres de los que aprende visualmente, te sacará diagramas hasta en una servilleta. Flexibilidad y claridad son su mantra.
Empatía de otro planeta
Aprender un idioma puede ser frustrante, especialmente cuando sientes que no avanzas tan rápido como te gustaría. Por eso, un buen profesor debe ser empático y entender por lo que estás pasando. Debe saber ponerte en contexto, animarte cuando piensas que no vales para esto y, sobre todo, recordarte que todo el mundo empieza desde cero.
¿Sabes lo mejor? Los profes empáticos no sólo te entienden, sino que también celebran tus pequeños logros como si hubieras ganado un premio Nobel. Pronunciaste «thought» bien por primera vez: ¡fiesta en clase!
Pasión (y no solo por la lengua que enseñan)
No hay nada más inspirador que un profesor apasionado por su trabajo. Esas personas que hacen que te enamores del inglés, del francés o incluso del mandarín solo porque ellos lo viven como si fuera un arte. Su entusiasmo es contagioso, y de repente te ves queriendo aprender cosas que antes te parecían imposibles o aburridas.
Y ojo, no se trata sólo de que les guste el idioma que enseñan, sino también de que les encante enseñar. Hay una diferencia enorme entre un profe que da clases porque es su trabajo y uno que lo hace porque ama ver cómo progresan sus estudiantes.
Sentido del humor (nivel comediante amateur)
Nada rompe el hielo como una buena carcajada, y un buen profesor sabe cómo meter un chiste en el momento adecuado. Las clases no tienen que ser serias todo el tiempo, y un toque de humor puede marcar la diferencia entre un ambiente tenso y uno relajado y productivo.
¿Quién no recuerda esa vez que un profe hizo un chiste sobre las palabras que se pronuncian igual pero significan cosas totalmente diferentes? Además, el humor también es una herramienta poderosa para que recuerdes conceptos complicados sin darte cuenta.
Conocimientos culturales (porque el idioma es mucho más que palabras)
Hablar un idioma no es sólo saber gramática o vocabulario, también es entender cómo se usa en la vida real. Los buenos profesores te enseñan que no es lo mismo decir «I’m fine» en un examen que usarlo en una conversación informal (spoiler: nadie lo dice así en la vida real).
Un profesor que incluye referencias culturales, modismos, expresiones coloquiales y hasta tradiciones en sus clases te está regalando un extra que no tiene precio. Porque al final, aprender un idioma es también aprender a pensar y sentir como alguien que lo habla.
Capacidad de adaptarse al grupo y al individuo
Los grupos de estudiantes son como cajas de bombones: nunca sabes lo que te va a tocar. Hay estudiantes supermotivados, otros más tranquilos, y alguno que otro que parece estar en clase por compromiso. Un buen profesor sabe adaptarse a todos ellos sin perder el rumbo.
Esto incluye cambiar la estrategia si algo no está funcionando, personalizar la enseñanza según el nivel y la personalidad de cada estudiante y ser lo suficientemente humilde para aceptar cuando algo necesita un enfoque distinto. La adaptabilidad es una cualidad clave.
Capacidad de motivar y fijar metas alcanzables
Un buen profesor sabe que la motivación es el motor del aprendizaje. No se trata de darte sermones motivacionales, sino de ayudarte a encontrar tu propia razón para aprender. Y lo hace fijando metas claras, alcanzables y emocionantes.
Tal vez tu objetivo sea preparar una entrevista de trabajo, ver películas sin subtítulos o simplemente viajar sin miedo a pedir un café. Sea cual sea, un buen profe sabrá recordarte por qué empezaste y cómo vas avanzando hacia ese sueño.
Ser humano (en lugar de un robot)
Esto parece obvio, pero es más importante de lo que piensas. Los buenos profesores saben que los estudiantes tienen días buenos y malos, y ellos también. No necesitan ser perfectos ni pretender que lo saben todo. De hecho, admitir que también están aprendiendo cosas nuevas es una gran lección para sus estudiantes.
Al final del día, lo que realmente importa es la conexión. Un profesor humano es alguien que te inspira, que te escucha, y que hace que aprender sea una experiencia personal y única.
En resumen:
No importa si tu profesor es nativo o no (como ya comentamos en entradas anteriores), lo que cuenta es que tenga ese combo ganador de paciencia, creatividad, empática y pasión. Al final, un buen profesor no sólo te enseña un idioma, sino que te abre puertas a nuevas culturas, experiencias y formas de pensar. ¡Y eso no tiene precio!
Así que, si tienes un profe que cumple con estas cualidades, díselo. Y si aún estás buscando al indicado, ahora sabes qué buscar. Como decimos siempre: aprender un idioma puede ser un viaje desafiante, pero con el profesor adecuado, también puede ser una aventura inolvidable. ¡A por ello!
El valor de un buen profesor de idiomas no radica únicamente en su lugar de nacimiento o su lengua materna, sino en su capacidad para conectar con los estudiantes, comprender sus desafíos y guiarlos con estrategias efectivas y personalizadas. Un profesor no nativo que ha recorrido el camino de aprender inglés entiende mejor las dificultades que surgen en el proceso y sabe cómo superarlas, convirtiéndose en un aliado excepcional en tu aprendizaje.
En Winchester LS, valoramos precisamente estas cualidades: profesores comprometidos, con formación especializada y experiencia práctica, que están preparados para ayudarte a alcanzar tus metas en inglés. Porque aprender un idioma es mucho más que memorizar reglas, es un viaje, y con el guía adecuado, ese camino puede ser tan enriquecedor como efectivo. ¿Estás listo para dar el próximo paso?
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