Cómo mantenerse motivado para aprender inglés

Un hombre frente a un portátil, dos libros abiertos, y muchos postits.

Aprender inglés es una meta que tienen millones de personas en todo el mundo. Y, como todo lo que nos proponemos aprender, es fácil que después de unas primeras semanas de entusiasmo aparezcan nuestros mayores enemigos: el estancamiento, la frustración, la tentación de abandonar por completo la aventura de este idioma…

Si sientes que ya no avanzas con el inglés, es posible que pierdas la motivación, eso que impulsa nuestras acciones y sostiene el aprendizaje. Por eso, en esta entrada de blog, vamos a repasar algunas estrategias de éxito para mantener vivo el ánimo y avanzar con mayor confianza.

1. Vuelve al inicio. ¿Por qué empezaste?

Una serie de cubos con flechas que apuntan a un cubo con una diana dibujada.

El primer paso para recuperar la motivación es recordar por qué te decidiste a aprender inglés. Tal vez lo necesitas por motivos laborales, personales, académicos, o simplemente por el placer de aprender algo nuevo.

Sea cual sea la razón, tener presente el destino te ayudará en el viaje. Cuelga la foto de tu novia canadiense en la pared. Haz las cuentas de cuánto te va a pagar ese ascenso para el que necesitas el inglés. Escribe la lista de los países que vas a visitar. Esto convertirá la motivación abstracta en algo concreto, tangible.

2. Dale uso al inglés que ya tienes

Un hombre con un mando de videojuegos y cascos.

Tu inglés no tiene que ser perfecto para serte útil. Date a ti mismo el permiso para aprovechar lo que ya has aprendido. Y con el inglés esto es fácil: es, probablemente, el idioma más utilizado del mundo. En esta lengua hay un cantidad casi infinita de contenido ¡Por no hablar de que es el idioma no oficial de Internet!

Aprovéchalo. Piensa en una actividad que ya disfrutes: escuchar audiolibros, ver partidos de fútbol, jugar videojuegos… Ahora, haz las adaptaciones que necesites para que esté a tu nivel, ¡y disfruta del nuevo catálogo que tienes disponible!

3. Adáptate a tu nivel (y no temas hacer trampas)

Una mano en cuya manga hay un as de corazones escondido.

Uno de los errores más comunes es intentar enfrentarse a materiales muy por encima de nuestro nivel real, lo que te va a generar frustración y, eventualmente, desmotivación. No vas a sentir que avanzas si continuamente la zanahoria está fuera de tu alcance, tienes que adaptar el contenido a tu capacidad para aprender de forma eficaz y mantenerte comprometido con el proceso.

Existen varias estrategias para adaptar la dificultad a tu nivel. Y, para ello, un consejo muy interesante es el siguiente: haz trampas. Por ejemplo, si te gustan las novelas de fantasía, empieza con libros orientados para un público más joven (quienes, como tú, está comenzando con el idioma). Activa los subtítulos en inglés de una película, y apoya así la comprensión auditiva con la lectura. Lee una revista que tenga dibujos y fotografías. Consulta un diccionario. Usa el autocorrector. Cualquier cosa que te haga la vida más fácil, te puede estar acercando el reto al nivel en el que lo necesitas ahora mismo.

El objetivo no es demostrar cuánto sabes sin ayuda, sino mantenerte en una zona de aprendizaje óptimo. De hecho, si te resulta muy fácil, te vas a aburrir. Y, si fallas constantemente, la frustración es inevitable. Según un estudio de Barak Rosenshine, el aprendizaje más eficaz se da cuando aciertas el 85% de las veces. Esto es, ¡deberías entender 4 de cada 5 frases!

4. La música amansa a las inseguridades

Una mujer con cascos disfrutando de música.

La música se usa mucho para aprender idiomas, y con razón. Por un lado, las canciones son una poderosa herramienta para subir la motivación. ¡Es difícil seguir de bajón cuando está sonando un temazo! Además, las letras ayudan a mejorar la pronunciación, la comprensión auditiva y el vocabulario, además de transmitir aspectos culturales y frases hechas comunes.

Desde canciones infantiles hasta complejos temas de artistas consagrados, hay tantas canciones como niveles de inglés. Escucha, canta, analiza las letras, y puedes tener una sesión de estudio disfrazada de diversión, lo cual es altamente efectivo.

5. Emprende un reto creativo

Un caballete en el que está pintando una joven.

Incorporar el inglés a tus pasatiempos habituales hemos visto ya que es una forma eficaz de mantener el interés, y más si es algo que implica creatividad. Si te gusta dibujar, puedes crear un comic en inglés con diálogos simples. ¿Eres un cocinitas? Intenta publicar una receta inglesa. Si haces crochet, sigue un video-tutorial de alguien que hable inglés.

No se trata de crear una obra de arte perfecta, sino de sentir el orgullo de haber creado algo con tus habilidades, incluidas tus habilidades lingüísticas. Estas experiencias, además, aportan un sentido de propósito que trasciende el estudio.

6. Si tú no vas al inglés, que el inglés venga a ti.

Dos jóvenes charlando en una cafetería.

Por supuesto, emigrar a un país angloparlante hace que se mejore muchísimo el idioma, pero tampoco es imprescindible para progresar.

Existen múltiples estrategias para rodearte del inglés sin salir de tu ciudad. Apúntate a programas de intercambio de idiomas en los que se practica el inglés tomándote un café en algún sitio cerca de ti. Participa en foros online, y conecta (nunca mejor dicho) con nativos y personas en tu misma situación que quieren practicar inglés. Los humanos somos seres sociales por naturaleza, y comunicarnos con los demás es muy importante en nuestra vida. Toma, además, ventaja de esto proponiéndote estudiar con un familiar o una amistad: puede que un día no te apetezca estudiar, pero el hecho de haber quedado con alguien te dará ese empujón necesario.

Si quieres rodearte del inglés de forma efectiva incluso sin ayuda de otros, cámbiale el idioma al móvil, a tus redes sociales, y a tu navegador. Este pequeño cambio te dará una exposición continua al idioma, que sin mucho más esfuerzo adicional te irá generando familiaridad.

7. Establece metas realistas y alcanzables.

Una silueta a contraluz en un atardecer sobre el pico de una colina.

Si tu plan era tener un nivel bilingüe en tres meses, ¡sentimos decepcionarte! A no ser que tengas un cerebro de elefante, esto va a ser más bien improbable.

Si no eres capaz de alcanzar tus objetivos,y te sientes decepcionado, echa la vista atrás. Mira tus cuadernos de estudio antiguos, lee los textos que antes no comprendías, graba tu pronunciación regularmente para compararte contigo mismo. ¡Has mejorado mucho! Celebra tus logros y tu progreso.

Para hacer un seguimiento de estas metas, la organización es clave. Establece objetivos medibles, concretos, proporcionales a tu ritmo de vida: lee un relato corto a la semana, ten una conversación al mes, repasa el vocabulario 15 minutos cada día… Tan importante es que tenga un inicio como que tenga un final, un momento definido en el que puedas marcar el tic de “conseguido”. Y recuerda, lo perfecto es lo enemigo de lo bueno. Más vale un plan de estudio que se te quede corto, a un plan de estudio que abandones porque te acabe abrumando.

Pronto tu cuerpo se acostumbrará al hábito, y el esfuerzo que te costó empezar se transformará en inercia que te impulse para que cada vez te sea más fácil dedicarle el tiempo propuesto. La motivación te lleva más lejos si va de la mano de la disciplina.

8. Descansa (y cambia de actividad)

Una joven reclinada en el sofá con los brazos cruzados tras la nuca.

A todos nos llega un momento en el que el cerebro se satura y sobreestimula. Tu mente necesita espacio y tiempo para consolidar la información, y esto requiere de descanso real.

Y con esto no solo hablamos de dormir lo suficiente, hay que saber cuándo cambiar de tarea. Si llevas varios días repasando tarjetas de vocabulario, quizás sea el momento de variar un poco y escuchar un podcast, o hacer alguna actividad recreativa. Cambiar de formato estimula diferentes áreas del cerebro, y evita el agotamiento.

9. Toma el control de tu motivación

Un cuaderno sobre el que se está escribiendo, velas y un vaso de café

Existen muchas herramientas que “gamifican” el aprendizaje, transformando las tareas y hábitos de estudio en dragones a los que derrotar mientras tu avatar consigue puntos de experiencia, a la vez que tú como persona aprendes inglés. También existen aplicaciones y juegos para, específicamente, aprender inglés. ¡Échales un vistazo!

Sin embargo, es importante recordar que la motivación no es responsabilidad únicamente de estos programas, ni siquiera de tus profesores o de los libros de texto. Cada persona tiene unos gustos, un ritmo, y un objetivo diferente con el inglés. Es necesario de vez en cuando hacer introspección para descubrir qué te falta en la motivación para construirla de forma activa. Pregúntate, ¿qué te ilusiona? ¿qué te bloquea? ¿con qué disfrutas más?

10. Conclusión: ¡Tú puedes!

Una mujer y un niño o niña pequeño en patinete, ambos con chubasqueros a juego

Mantener la motivación al aprender inglés no es una cuestión únicamente de tener una fuerza de voluntad inquebrantable: requiere de estrategia, autoconocimiento, constancia. No existen fórmulas mágicas, pero sí que hay caminos para hacer que el estudio sea una experiencia más llevadera y significativa.

Tómate el inglés con seriedad, pero también con flexibilidad. Celebra tus avances, por pequeños que sean: cada palabra nueva, cada frase comprendida, y cada error corregido, ¡es un paso más en la dirección correcta!